lunes, 27 de septiembre de 2010

HOMENAJE A BELGRANO





Señor Presidente: para adherirme al homenaje realizado por la Concejal Teresa de Heredia, y aunque parezca un poco reiterativo, recordar brevemente al General Manuel Belgrano. Recordarlo, no solo en su rol de General, sino y sobre todo en su vida como patriota. Y creo que ningún homenaje por reiterativo que sea, será suficiente para Manuel Belgrano, por eso es que en cada oportunidad que tengo, recuerdo su figura.
Belgrano, un hombre que tenía su vida resuelta, que se había graduado como abogado con medalla de oro en la Universidad de Salamanca, alto funcionario del consulado de Buenos Aires, se dedicó y tuvo la actitud en tiempos turbulentos en que le tocó vivir, de participar activamente a favor de nuestra independencia. Belgrano no fue cultor del no te metás, se comprometió con sus ideales, fiel a sus principios.
Cuando en 1810 lo comisionaron al mando del Ejército Libertador del Paraguay, no se escuda en su título, en su situación para no asumir ese compromiso, sabe que su patria lo necesita, que hay momentos difíciles, y sin peros, sin excusas, sin pedir nada a cambio asume ese compromiso. En 1812, en Agosto más precisamente, la independencia americana estaba en serias dificultades debido a varios reveses que había tenido nuestro ejército contra los españoles, fue en ese entonces que el triunvirato le ordena a Belgrano que estaba en el norte, a retirarse hacia Córdoba para escapar a las fuerzas realistas que estaban al mando de Pío Tristán.
Esta decisión que le envían a Belgrano desde Buenos Aires se debía, por un lado, a cuestiones de logística y militares, debido a que estaba en inferioridad de condiciones, de situación, pero también obedecía a cuestiones políticas, ya que las provincias del norte eran díscolas con el gobierno central.
Ante la imposibilidad de la defensa de la plaza, el creador de la bandera comienza a organizar la retirada de las poblaciones, lo que se llamó el “Éxodo jujeño”. Lanzó una proclama a los pueblos del norte, la cual es aceptada por el pueblo jujeño y se emplea por primera vez en la Argentina, la táctica militar de tierra arrasada. Se retiraron llevándose todo lo posible y quemando o inutilizando todo lo que no se pueda llevar, para no dejar nada al enemigo que pueda servirle para reaprovisionarse o guarecerse. Había que retroceder al sur, llevándose alimentos, armas, ganado y quemando todo a su paso. Es difícil imaginar situaciones de tanto heroísmo como la del pueblo jujeño en ese momento para defender a la patria. Las crónicas de la época coinciden en que no hizo falta coaccionar a nadie para acatar la medida. La gente estuvo dispuesta a los mayores sacrificios, si ello ayudaba a la causa de la libertad…y siguieron a Belgrano con lo puesto.
Unos días después la retaguardia patriota, que cubre la retirada se enfrenta con parte del ejército de Tristán y lo vence.
El 13 de setiembre Belgrano llega a Tucumán, se encuentra con que la población, lejos de dejarse llevar por los ánimos derrotistas de esos días difíciles de la revolución, está dispuesta a pelear. El pueblo tucumano decidido en esa actitud, pudo sumar soldados, aunque los realistas seguían siendo el doble en hombres, en equipos en municiones, sin embargo, Belgrano hace lo que en su fuero íntimo sabe que es lo mejor para la patria, desobedeciendo al poder central.
Dobladas sus fuerzas por los realistas se juega una patriada. Ya está acostumbrado a pelear en inferioridad de condiciones y por ello no se achica. En Paraguay ya lo hizo, contando apenas con un 10% de las fuerzas del enemigo, combatió en grandes batallas, haciéndole imposible la estadía al gobernador Velazco en ese entonces.
El pueblo tucumano con Belgrano a la cabeza en la madrugada del 24 de setiembre, y luego de dos días de pelea, la batalla se decide a nuestro favor.
Sabía Belgrano y podemos reconocer recién ahora, que si hubiera regalado tan vasta extensión al enemigo, todo el norte argentino, habría significado muchos años más de luchas en la revolución americana. Y al haber desconocido las órdenes que le impartieron desde el gobierno central, también sabía que la obediencia debida es un concepto relativo, sujeto a fines más superiores que la simple cadena de mandos. Lástima que sus indignos sucesores, más contemporáneos, no entiendan de que se trata ser un verdadero soldado. Hoy están recibiendo una justa condena algunos de ellos, aunque todavía quedan muchos por enjuiciar.
El 20 de junio de 1820, muere en la más absoluta pobreza. Al médico que lo atendía durante largo tiempo, le entrega como paga su reloj y su carro, y le decía Belgrano: “ estoy tan pobre que no tengo nada más para regalarle” y sólo un pasquín de la época lo recuerda en ese momento, comentando que había donado toda su fortuna durante su vida y murió pobre peleando por su país. En el día que muere el general Belgrano se conmemora el dia de la Bandera y me parece interesante recordar ese día, no tanto por la celeste y blanca, sino por ese hombre. Su vida y su ejemplo, es la bandera que debemos conmemorar.
Nada más, Señor Presidente, muchas gracias.

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